Los humedales de la sabana de Bogotá no han sido la excepción. En unos casos, la expansión de los asentamientos urbanos llevó a la desaparición o reducción de muchos humedales, como fue el caso en los bordes de la ciudad de Bogotá y de otros centros menores como Mosquera, Funza y Cota. Y en otros, la expansión de la agricultura y la ganadería llevó a drenar partes importantes de antiguos humedales, como fue el caso de las lagunas de Fúquene y La Herrera, entre otras. Asimismo, el uso de los humedales como sitios de vertimiento de aguas residuales domésticas e industriales, llevó a la contaminación y eutrofización de muchos de ellos, como es el caso actual de los humedales de La Herrera, La Florida, Gualí, Neuta, Tierra Blanca y laguna de Fúquene, además de los humedales localizados dentro y en los alrededores del perímetro urbano de Bogotá (El Burro, La Vaca, Tibanica, Capellanía, Guaymaral, Jaboque, Juan Amarillo y otros menores). Otros humedales han sido afectados por expansión industrial y/o por descargas de aguas de drenaje de zonas mineras, altamente cargadas de sedimentos, como es el caso de los humedales de La Florida y La Herrera, entre otros. De esta manera, los humedales de la sabana son ecosistemas que en la actualidad se encuentran muy degradados, a pesar de lo cual alojan especies de fauna y flora endémica amenazada (Van der Hammen et al., 2008), y continúan prestando servicios ecosistémicos a la población de la Sabana de Bogotá.