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El resentimiento en la historia comprender nuestra época Marc Ferro ; traducción de Magalí Martínez Solimán

Por: Colaborador(es): Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Lenguaje original: Francés Series Cátedra, HistoriaDetalles de publicación: Madrid Ediciones Cátedra 2009Edición: 1a edDescripción: 196 p 21 cmISBN:
  • 9788437625508
Tema(s): Clasificación CDD:
  • 21 900 F377r
Contenidos incompletos:
Esclavos y perseguidos: un resentimiento milenario ; Revoluciones : la parte del resentimiento ; La memoria nacional, conservatorio de resentimientos ; Memoria del exilio: los republicanos españoles ; Conclusión
Revisión: Tomando como punto de partida dos atentados terroristas -el 11-M y el cometido por un grupo armenio en Lausana en 1973- se plantea el prestigioso historiador francés Marc Ferro (París, 1924) por qué Madrid y la ciudad suiza fueron objetivos simbólicos para determinados grupos políticos. La razón está en la historia, pero no en la historia entendida como un pasado que pasó sino como algo que permanece vivo con más fuerza incluso que los hechos actuales, “un presente más presente que el propio presente”. La memoria, ese tema recurrente en la historiografía actual, adopta aquí la forma de herida abierta que pesa como una maldición. Cuando el dolor real o impostado de esa herida pasada es más fuerte que cualquier deseo de olvido o reconciliación, estamos en presencia del resentimiento, una fuerza que actúa como motor de la historia según Ferro. Principia el recorrido en los tiempos antiguos, con los esclavos de Roma levantándose, airados, a la señal liberadora del tracio Espartaco. Sigue con los cristianos y la Iglesia primitiva, detectándose un rasgo que se repetirá en diversos momentos históricos: cómo los antaño perseguidos se convierten luego en perseguidores inmisericordes, porque el resentimiento no siempre se extingue con la superación del entorno que lo ha provocado. Se plantea después Ferro el examen de las revoluciones como “expresiones extremas del resentimiento”, analizando el modelo clásico de 1789, el caso ruso de 1917 y la revuelta de 1968, y dejando un hueco para algunos momentos históricos claramente marcados por las “cuentas pendientes”, como la posguerra alemana de 1918 y la Francia de Vichy. En las páginas siguientes se aborda el victimismo de muchas pasiones nacionalistas (en Polonia, Austria y otros países europeos), como resultado de humillaciones o ingratitudes imperdonables y, por otro lado, el resentimiento de los secularmente oprimidos, desde los africanos a las sociedades islámicas, pasando en general por todos los pueblos colonizados. Lejos de ser sólo una pulsión individual, el resentimiento aparece como dolor de una colectividad que actúa como un cáncer, corroyendo silente sus mecanismos vitales y auspiciando una respuesta, la venganza. Más allá de la racionalidad y las reivindicaciones concretas, el odio y la imprecisa necesidad de reparación se convierten en actitudes que empiezan en los oprimidos, pero que luego se extienden a todas las partes implicadas en un conflicto. El rencor se hace así un factor fundamental de identidad. La lectura de este largo pero sintético recorrido depara sensaciones contrapuestas: junto a páginas brillantes, aparecen planteamientos triviales y un desarrollo que no colma las expectativas. Ello es particularmente palmario desde la perspectiva española, pues son decepcionantes las escasas páginas que se dedican al resentimiento que genera la derrota de la República, amén de contener algunos desenfoques llamativos. Más sorprendente resulta que en la página inicial un historiador de la categoría de Ferro parezca confundir la conquista de Granada (1492) con la expulsión de los moriscos (1609), para hacer luego unas consideraciones poco afortunadas sobre las fiestas de moros y cristianos, como si los españoles tuvieran cuentas pendientes con el Islam. No ayuda una traducción apresurada, no sólo por conceptos o expresiones inadecuadas (en una misma página, 187, “ONG’s”, “sobresaltos magnánimos”), sino por descuidos que hacen ininteligibles algunas frases, con perlas como ésta (p. 150): “En el momento del himen, lo mata”
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Libro Colección General Central Bogotá Sala General Colección General 900 F377r (Navegar estantería(Abre debajo)) 1 Disponible 0000000089750
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Incluye referencias bibliográficas

Esclavos y perseguidos: un resentimiento milenario ; Revoluciones : la parte del resentimiento ; La memoria nacional, conservatorio de resentimientos ; Memoria del exilio: los republicanos españoles ; Conclusión

Tomando como punto de partida dos atentados terroristas -el 11-M y el cometido por un grupo armenio en Lausana en 1973- se plantea el prestigioso historiador francés Marc Ferro (París, 1924) por qué Madrid y la ciudad suiza fueron objetivos simbólicos para determinados grupos políticos. La razón está en la historia, pero no en la historia entendida como un pasado que pasó sino como algo que permanece vivo con más fuerza incluso que los hechos actuales, “un presente más presente que el propio presente”. La memoria, ese tema recurrente en la historiografía actual, adopta aquí la forma de herida abierta que pesa como una maldición. Cuando el dolor real o impostado de esa herida pasada es más fuerte que cualquier deseo de olvido o reconciliación, estamos en presencia del resentimiento, una fuerza que actúa como motor de la historia según Ferro. Principia el recorrido en los tiempos antiguos, con los esclavos de Roma levantándose, airados, a la señal liberadora del tracio Espartaco. Sigue con los cristianos y la Iglesia primitiva, detectándose un rasgo que se repetirá en diversos momentos históricos: cómo los antaño perseguidos se convierten luego en perseguidores inmisericordes, porque el resentimiento no siempre se extingue con la superación del entorno que lo ha provocado. Se plantea después Ferro el examen de las revoluciones como “expresiones extremas del resentimiento”, analizando el modelo clásico de 1789, el caso ruso de 1917 y la revuelta de 1968, y dejando un hueco para algunos momentos históricos claramente marcados por las “cuentas pendientes”, como la posguerra alemana de 1918 y la Francia de Vichy. En las páginas siguientes se aborda el victimismo de muchas pasiones nacionalistas (en Polonia, Austria y otros países europeos), como resultado de humillaciones o ingratitudes imperdonables y, por otro lado, el resentimiento de los secularmente oprimidos, desde los africanos a las sociedades islámicas, pasando en general por todos los pueblos colonizados. Lejos de ser sólo una pulsión individual, el resentimiento aparece como dolor de una colectividad que actúa como un cáncer, corroyendo silente sus mecanismos vitales y auspiciando una respuesta, la venganza. Más allá de la racionalidad y las reivindicaciones concretas, el odio y la imprecisa necesidad de reparación se convierten en actitudes que empiezan en los oprimidos, pero que luego se extienden a todas las partes implicadas en un conflicto. El rencor se hace así un factor fundamental de identidad. La lectura de este largo pero sintético recorrido depara sensaciones contrapuestas: junto a páginas brillantes, aparecen planteamientos triviales y un desarrollo que no colma las expectativas. Ello es particularmente palmario desde la perspectiva española, pues son decepcionantes las escasas páginas que se dedican al resentimiento que genera la derrota de la República, amén de contener algunos desenfoques llamativos. Más sorprendente resulta que en la página inicial un historiador de la categoría de Ferro parezca confundir la conquista de Granada (1492) con la expulsión de los moriscos (1609), para hacer luego unas consideraciones poco afortunadas sobre las fiestas de moros y cristianos, como si los españoles tuvieran cuentas pendientes con el Islam. No ayuda una traducción apresurada, no sólo por conceptos o expresiones inadecuadas (en una misma página, 187, “ONG’s”, “sobresaltos magnánimos”), sino por descuidos que hacen ininteligibles algunas frases, con perlas como ésta (p. 150): “En el momento del himen, lo mata”

Título original Le ressentiment dans l'histoire

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