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El siglo de las luces Alejo Carpentier

Por: Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Series Obras maestras del siglo XX ; 35Detalles de publicación: Bogotá Seix Barral Oveja Negra 1984Edición: 1a ediciónDescripción: 311 páginas 19 cmISBN:
  • 848280300X (obra completa)
  • 8482803355
Tema(s): Clasificación CDD:
  • 863 C176si 21
Revisión: El Albacea (quien los ayudaba en asuntos de negocios poco después de faltar su padre), Remigio, Rosaura, el Doctor Ogé, el capitán Caleb Dexter, José Marchena, Martínez de Ballesteros, Abate Brottier, Billaud"Varennes, Sieger, Brissot, Antonio Fuët, Barthelemy etc. Narrada desde el punto de vista de Sofía y Esteban, El Siglo de las Luces nos habla de la Revolución Francesa situada en las Antillas. Así, se desarrolla la evolución ideológica de estos dos personajes y de Víctor Hugues, un comerciante portador de ideas revolucionarias a las islas. Sofía, hija de un comerciante de la ciudad de La Habana, es una adolescente educada por monjas y lecturas edificantes. Cuando muere su padre, considerado como hombre ejemplar, Sofía, Carlos (su hermano mayor) y su enfermizo primo Esteban, conocen a un joven comerciante de Port"au"Prince, Víctor Hugues, de origen francés. Es un hombre de mucha energía e ideas avanzadas que pronto se hace amigo de los huérfanos. Primero, arregla su casa, y más tarde, ayuda a los jóvenes para que las ideas de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, se alberguen en sus mentes. Aunque, al principio Sofía sentía una cierta aversión a los hombres de color ya que tiene los prejuicios naturales dados por su alto nivel social, como por ejemplo, cuando Víctor lleva a un médico mulato, el Doctor Ogé, para curar al asmático Esteban, y esta dice: Pero ¡es un negro!, a lo que Víctor contesta: Todos los hombres son iguales. Lo cierto es que al final de la historia demuestra haber superado completamente este prejuicio. De esta manera empieza poco a poco el esfuerzo por la liberación. Se atreve a reconocer ante sí misma que nunca ha querido a su padre diciendo Estoy cansada de Dios; cansada de las monjas; cansada de tutores y albaceas. Inmediatamente, la historia presenta a una Sofía serena y pragmática: cuando viene Ogé con la noticia de que empieza la cacería de los masones a los que Víctor y él pertenecen, decide rápidamente lo que hay que hacer. Y así, pasan los días escondidos en la finca de la familia, hablando sobre la Revolución, tema que empieza a apasionar a Sofía, aunque a ella le interesen más bien los asuntos concretos y no generales, como la condición de la mujer y la educación de los niños. Sofía, que ya se sentía una mujer, empezó a sentir una cierta atracción por Víctor, aunque cuando él se le acerca lo rechaza, durante el viaje a Port"au"prince, en el barco, se entrega a él
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Literatura Central Bogotá Sala General Colección Literatura Cu863 C176si (Navegar estantería(Abre debajo)) 1 Disponible 0000000113646

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El Albacea (quien los ayudaba en asuntos de negocios poco después de faltar su padre), Remigio, Rosaura, el Doctor Ogé, el capitán Caleb Dexter, José Marchena, Martínez de Ballesteros, Abate Brottier, Billaud"Varennes, Sieger, Brissot, Antonio Fuët, Barthelemy etc. Narrada desde el punto de vista de Sofía y Esteban, El Siglo de las Luces nos habla de la Revolución Francesa situada en las Antillas. Así, se desarrolla la evolución ideológica de estos dos personajes y de Víctor Hugues, un comerciante portador de ideas revolucionarias a las islas. Sofía, hija de un comerciante de la ciudad de La Habana, es una adolescente educada por monjas y lecturas edificantes. Cuando muere su padre, considerado como hombre ejemplar, Sofía, Carlos (su hermano mayor) y su enfermizo primo Esteban, conocen a un joven comerciante de Port"au"Prince, Víctor Hugues, de origen francés. Es un hombre de mucha energía e ideas avanzadas que pronto se hace amigo de los huérfanos. Primero, arregla su casa, y más tarde, ayuda a los jóvenes para que las ideas de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, se alberguen en sus mentes. Aunque, al principio Sofía sentía una cierta aversión a los hombres de color ya que tiene los prejuicios naturales dados por su alto nivel social, como por ejemplo, cuando Víctor lleva a un médico mulato, el Doctor Ogé, para curar al asmático Esteban, y esta dice: Pero ¡es un negro!, a lo que Víctor contesta: Todos los hombres son iguales. Lo cierto es que al final de la historia demuestra haber superado completamente este prejuicio. De esta manera empieza poco a poco el esfuerzo por la liberación. Se atreve a reconocer ante sí misma que nunca ha querido a su padre diciendo Estoy cansada de Dios; cansada de las monjas; cansada de tutores y albaceas. Inmediatamente, la historia presenta a una Sofía serena y pragmática: cuando viene Ogé con la noticia de que empieza la cacería de los masones a los que Víctor y él pertenecen, decide rápidamente lo que hay que hacer. Y así, pasan los días escondidos en la finca de la familia, hablando sobre la Revolución, tema que empieza a apasionar a Sofía, aunque a ella le interesen más bien los asuntos concretos y no generales, como la condición de la mujer y la educación de los niños. Sofía, que ya se sentía una mujer, empezó a sentir una cierta atracción por Víctor, aunque cuando él se le acerca lo rechaza, durante el viaje a Port"au"prince, en el barco, se entrega a él

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