No cabe duda de que la ecología es actualmente la clave del éxito. Nunca antes había existido tanto interés por el impacto de los edificios sobre el medio ambiente. Y no se trata de un hecho despreciable en la lucha por el control de la contaminación y la búsqueda de métodos constructivos sostenibles: los edificios se cuentan entre los principales consumidores de recursos naturales y son responsables de un importante porcentaje de las emisiones de gases de efecto invernadero, que aceleran el cambio climático. Ahora que el calentamiento global marca las agendas políticas internacionales, cabría preguntarse si la arquitectura misma no se encuentra en la antesala de cambio muy significativos que provoquen que el estilo y la estética queden en segundo plano, por detrás de la sostenibilidad. Hubo un tiempo en que los edificios "ecológicos" casi estaban obligados a demostrar su condición: eran moles feas y complejas, a menudo multicolores, como si un arcoíris bastara para demostrar conciencia medioambiental. Ya no es el caso y los edificios publicados en este libro así lo demuestran. Sin embargo, es posible que el fin de la arquitectura ecológica no sea la arquitectura en sí, sino la superviviencia: la estética es obviamente una consideración secundaria cuando se trata de detener una guerra contra la naturaleza que ha derivado en la creación del "jungla de asfalto"

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