Convocados por Pedro Nolasco y 35 años después de su última reunión, tres viejos revolucionarios se encuentran en un almacén en Santiago de Chile, pero un tocadiscos lanzado desde una ventana impedirá a Nolasco llegar a su cita. Tan amigos como desconocidos, los protagonistas decidirán no negar uno de los preceptos principales de su difunto e indomable amigo, que ante cualquier temeridad diría: “¿Qué, nos la jugamos?”. Tras El Quijote y Cien años de soledad, El viejo que leía novelas de amor es la tercera novela en español traducida a mayor número de idiomas. Su autor, Luis Sepúlveda, acaba de hacerse con el Premio Primavera de Novela 2009 con su última obra, La sombra de lo que fuimos. El estilo de Sepúlveda tiene un vigor y una precisión artesanal impactantes. Su carácter es el de un producto personal, hecho a mano, y su mayor acierto es sin duda el de ofrecernos una literatura que es el logro de una habilidad individual que ya quisieran muchos de nuestros novelistas para un día de fiesta. Con una oralidad más cercana a la fábula que al peso que impone la tragedia, y con una imaginación tan fértil como la realidad, la nueva novela de Luis Sepúlveda es una obra de leyendas determinadas por un contexto político tan trágico como verídico, y escrita con la belleza propia de las hagiografías. Como en El Decamerón de Boccaccio, los protagonistas de la última novela de Sepúlveda se han visto obligados a abandonar su país acechados no por la peste bubónica, sino por la dictadura de Pinochet, y en su reencuentro no parece quedar otra cosa que extraer de sus vidas que no sea un puñado de recuerdos convertidos en historias que, bajo una tormenta, en un garaje, entre pollos asados y vasos de vino, irán componiendo una realidad tan triste como lamentable. Terreno que, como todo el mundo sabe, es el más fértil para los milagros

Premio Primavera de Novela 2009