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Ojos de perro azul Gabriel García Márquez

Por: Colaborador(es): Tipo de material: TextoTextoSeries Gabriel García Márquez para todosDetalles de publicación: Bogotá Norma 2012Edición: 1a ed Edición María del Pilar Londoño SalcedoDescripción: 106 páginas 22 cmISBN:
  • 9789588774046
Tema(s): Clasificación CDD:
  • Co863.42 G172o2 21
Contenidos:
La tercera resignación ; La otra costilla de la muerte ; Eva está dentro de su gato ; Amargura para tres sonámbulos ; Diálogo del espejo ; La mujer que llegaba a las seis ; Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles ; Alguien desordena estas rosas ; La noche de los alcaravanes ; Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo
Revisión: "Entonces me miró. Yo creía que me miraba por primera vez. Pero luego, cuando dio la vuelta por detrás del velador y yo seguía sintiendo sobre el hombro, a mis espaldas, su resbaladiza y oleosa mirada, comprendí que era yo quien la miraba por primera vez. Encendí un cigarrillo. Tragué el humo áspero y fuerte, antes de hacer girar el asiento, equilibrándolo sobre una de las patas posteriores. Después de eso la vi ahí, como había estado todas las noches, parada junto al velador, mirándome. (...) Fue entonces cuando recordé lo de siempre, cuando le dije: Ojos de perro azul"
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Tipo de ítem Biblioteca actual Colección Signatura topográfica Copia número Estado Fecha de vencimiento Código de barras
Literatura Central Bogotá Sala General Colección Literatura Co863.42 G172o2 (Navegar estantería(Abre debajo)) 1 Disponible 0000000131156

La tercera resignación ; La otra costilla de la muerte ; Eva está dentro de su gato ; Amargura para tres sonámbulos ; Diálogo del espejo ; La mujer que llegaba a las seis ; Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles ; Alguien desordena estas rosas ; La noche de los alcaravanes ; Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo

"Entonces me miró. Yo creía que me miraba por primera vez. Pero luego, cuando dio la vuelta por detrás del velador y yo seguía sintiendo sobre el hombro, a mis espaldas, su resbaladiza y oleosa mirada, comprendí que era yo quien la miraba por primera vez. Encendí un cigarrillo. Tragué el humo áspero y fuerte, antes de hacer girar el asiento, equilibrándolo sobre una de las patas posteriores. Después de eso la vi ahí, como había estado todas las noches, parada junto al velador, mirándome. (...) Fue entonces cuando recordé lo de siempre, cuando le dije: Ojos de perro azul"

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