Ambrosio Pisco, el último cacique de Bogotá, pagó la estadía de su sobrino Otilio como aprendiz indio en el convento de los franciscanos de Santafé de Bogotá, con el único objeto de que el chico buscara un documento que debía permanecer oculto en la biblioteca del mismo claustro. Otilio consiguió dejarnos la memoria de los sucesos que interfirieron esta búsqueda, entre ellos la Revolución de los Comuneros de 1781, lo mismo que un claro indicio del documento encontrado. Pocas veces una fuente primaria, en este caso el inocente testimonio de un aprendiz que anota sus tareas para dar cuenta de ellas, había llegado a perturbar de manera tan inquietante la historografía, la mitología y los cimientos mismos de las creencias del hombre moderno en su destino, sus posibilidades y su pertenencia a un universo donde ha vivido solo. No resulta exagerado afirmar que si las revelaciones contenidas en el noticulario que Otilio Pisco nos legó bajo el título de "La biblioteca" resultan ser veraces, y existe la posibilidad de hallar lo que él llamó "el dios universo", la humanidad en su conjunto debería contener su accionar y entregarse a la tarea de encontrarlo