El cementerio de Praga Umberto Eco ; traducción de Helena Lozano Miralles
Tipo de material:
- 9789588639116
- 853.914 E26ce 23
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura topográfica | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Incluye índice
1. El viandante que esa gris mañana ; 2. ¿Quién soy? ; 3. Chez Magny ; 4. Los tiempos del abuelo ; 5. Simonio carbonario ; 6. Al servicio de los servicios ; 7. Con los Mil ; 8. El Ercole ; 9. París ; 10. Dalla Piccola perplejo ; 11. Joly ; 12. Una noche en Praga ; 13. Dalla Piccola dice que no es Dalla Piccola ; 14. Biarritz ; 15. Dalla Piccola redivivo ; 16. Boullan ; 17. Los días de la Comuna ; 18. Protocolos ; 19. Osmán Bey ; 20. ¿Rusos? ; 21. Taxil ; 22. El diablo en el siglo XIX ; 23. Doce años bien empleados ; 24. Una noche en misa ; 25. Aclararse las ideas ; 26. La solución final ; 27. Diario interrumpido
Es la época de marzo de 1897, en París, espiando desde las primeras páginas esta magnífica novela a un hombre de sesenta y siete años que escribe sentado en una mesa, en una habitación abarrotada de muebles: he aquí al capitán Simonini, un piamontés afincado en la capital francesa, que desde muy joven se dedica al noble arte de crear documentos falsos. Hombre de pocas palabras, misógino y glotón impernitente, el capitán se inspira en los folletines de Dumas y Sue para dar fe de complots inexistentes, fomentar intrigas o difamar a las grandes figuras de la política europea. Caballero sin escrúpulos, Simonini trabaja al servicio del mejor postor: si antes fue el gobierno italiano quien pagó por sus imposturas, luego llegaron los encargados de Francia y Prusia, e incluso Hitler acabará aprovechándose de sus malvados oficios. Treinta años después de publicar El nombre de la rosa Umberto Eco vuelve para mostrar que, en la literatura y en la vida, nada es lo que parece y nadie es quien dice ser: todo es según convenga, y acaba triunfando el rufián que desconfía de todos y siempore se mantiene alerta, aunque no se mueva casi de esa mesa donde se ve al principio, cuando quizá no se sabía que Simonini y los hombres como él aún están aquí entre las personas, y han venido para quedarse
Il cimitero di Praga