Cada parte de este libro es aterrador y sangriento. La autora logra presentar personajes gráficos, con los que, a pesar de ser vampiros, se identifican con el lector, ya que ellos viven, mueren, aman, pierden. La autora evita los dráculas de cartón tan comunes en el género y da vida a personajes perdurables que viven en la mente de los lectores mucho tiempo después de voltear la última página