Las reglas del método sociológico Émile Durkheim ; traducción L. E. Echevarría Rivera

Por: Durkheim, Émile, 1858-1917Colaborador(es): Echevarría Rivera, L. E [traductor]Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Lenguaje original: Francés Series Biblioteca de política, economía y sociología ; v.5 | Colección Jorge Ortega TorresDetalles de publicación: Barcelona Ediciones Orbis 1982Edición: 3a ediciónDescripción: 187 páginas 20 cmISBN: 847530933XTítulo traducido: Les regles de la méthode sociologiqueTema(s): Investigación social -- Metodología | SociologíaClasificación CDD: 303.37
Contenidos:
Capítulo I.¿Qué es un hecho social? ; Capítulo II. Reglas relativas a la observación de los hechos sociales ; Capítulo III. ; Reglas relativas a la distinción de lo normal y de lo patológico ; Capítulo IV. Reglas relativas a la constitución de los tipos sociales ; Reglas relativas a la explicación de los hechos sociales ; Capítulo VI. Reglas relativas a la administración de la prueba ; Conclusión.
Revisión: Cuando apareció este libro por primera vez, suscitó controversias bastante vivas. Las ideas corrientes, como desconcertadas, resistieron al principio con tal energía, que durante algún tiempo nos fue casi imposible hacernos oír. En los mismos puntos en que nos habíamos explicado con más claridad, se nos atribuyeron, gratuitamente, opiniones que no tenían nada que ver con las nuestras, y se creyó rebatirnos refutando tales opiniones gratuitas. Aunque habíamos declarado muchas veces que la conciencia, tan- to individual como social, no era para nosotros nada sustancial sino solamente un conjunto, más o menos sistematizado, de fenó- menos sui generis, se nos tachó de realismo y de ontologismo. Aunque habíamos dicho expresamente y repetido de todas las ma- neras que la vida social estaba hecha, toda ella, de representacio- nes, se nos acusó de eliminar de la sociología el elemento mental. Se llegó incluso a restaurar contra nosotros procedimientos de dis- cusión que podían considerarse definitivamente desaparecidos. Se nos imputaron, en efecto, ciertas opiniones que no habíamos sos- tenido, bajo pretexto de que estaban «conformes con nuestros principios. Sin embargo, la experiencia había demostrado todos los peligros de este método que, al permitir construir arbitraria- mente los sistemas que se discuten, permite también triunfar sin esfuerzo. No creemos exagerar al decir que, desde entonces, las resisten- cias se han debilitado progresivamente. Sin duda, todavía nos es discutida más de una proposición. Pero no deberíamos extrañarnos ni quejarnos de estas objeciones saludables; está muy claro, en efecto, que nuestras fórmulas están destinadas a ser reformadas en el futuro. Obtenidas de una práctica personal y por fuerza restringida, deberán evolucionar necesariamente a medida que se adquiera una experiencia más amplia y más profunda de la realidad social. En lo que respecta al método, por otra parte, sólo puede hacerse algo provisional, porque los métodos cambian a medida que avanza la ciencia. Así, vemos que durante los últimos años, a pesar de todas las oposiciones, la causa de la sociología objetiva.
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Incluye bibliografía

Capítulo I.¿Qué es un hecho social? ; Capítulo II. Reglas relativas a la observación de los hechos sociales ; Capítulo III. ; Reglas relativas a la distinción de lo normal y de lo patológico ; Capítulo IV. Reglas relativas a la constitución de los tipos sociales ; Reglas relativas a la explicación de los hechos sociales ; Capítulo VI. Reglas relativas a la administración de la prueba ; Conclusión.

Cuando apareció este libro por primera vez, suscitó controversias bastante vivas. Las ideas corrientes, como desconcertadas, resistieron al principio con tal energía, que durante algún tiempo nos fue casi imposible hacernos oír. En los mismos puntos en que nos habíamos explicado con más claridad, se nos atribuyeron, gratuitamente, opiniones que no tenían nada que ver con las nuestras, y se creyó rebatirnos refutando tales opiniones gratuitas. Aunque habíamos declarado muchas veces que la conciencia, tan- to individual como social, no era para nosotros nada sustancial sino solamente un conjunto, más o menos sistematizado, de fenó- menos sui generis, se nos tachó de realismo y de ontologismo. Aunque habíamos dicho expresamente y repetido de todas las ma- neras que la vida social estaba hecha, toda ella, de representacio- nes, se nos acusó de eliminar de la sociología el elemento mental. Se llegó incluso a restaurar contra nosotros procedimientos de dis- cusión que podían considerarse definitivamente desaparecidos. Se nos imputaron, en efecto, ciertas opiniones que no habíamos sos- tenido, bajo pretexto de que estaban «conformes con nuestros principios. Sin embargo, la experiencia había demostrado todos los peligros de este método que, al permitir construir arbitraria- mente los sistemas que se discuten, permite también triunfar sin esfuerzo.

No creemos exagerar al decir que, desde entonces, las resisten- cias se han debilitado progresivamente. Sin duda, todavía nos es discutida más de una proposición. Pero no deberíamos extrañarnos ni quejarnos de estas objeciones saludables; está muy claro, en efecto, que nuestras fórmulas están destinadas a ser reformadas en el futuro. Obtenidas de una práctica personal y por fuerza restringida, deberán evolucionar necesariamente a medida que se adquiera una experiencia más amplia y más profunda de la realidad social. En lo que respecta al método, por otra parte, sólo puede hacerse algo provisional, porque los métodos cambian a medida que avanza la ciencia. Así, vemos que durante los últimos años, a pesar de todas las oposiciones, la causa de la sociología objetiva.

Título original Les regles de la méthode sociologique (1895)

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