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Bojayá la guerra sin límites Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación ; coordinador grupo de memoria histórica Gonzalo Sánchez Gómez ; relatora Martha Nubia Bello Albarracín ; correlatora Pilar Riaño Alcalá

Por: Colaborador(es): Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Series Centro Nacional de Memoría Historíca. pensamientoDetalles de publicación: Bogotá Taurus Fundación Semana 2010Edición: 1a ediciónDescripción: 343 páginas iustraciones, cuadros, fotos, gráficos y mapas 23 cmISBN:
  • 9789587580242
Tema(s): Clasificación CDD:
  • 303.62 C654b 21
Contenidos:
I. Memorias del horror: los hechos ; II. Memorias de los daños producidos por la violencia: cambios, pérdidas y rupturas en la vida de Bojayá y la región ; III. Memorias de la exclusión ; IV. Memorias institucionales: La reubicación de Bellavista ; V. Memorias de la justicia y la impunidad en el caso de Bojayá ; VI. Significados e impactos de la masacre de Bojayá en el orden internacional ; VII. Memorias de la vida: los trabajos de duelo la organización social y los procesos de resistencia ; VIII. Memorias de futuro: recomendaciones frente al caso emblemático de Bojayá
Revisión: El 2 de mayo de 2002 se partió en dos la vida de Bojayá (Chocó), cuando un cilindro-bomba, lanzado por guerrilleros de las Farc en medio de enfrentamientos con paramilitares, hizo impacto en la iglesia donde la población civil se había resguardado del fuego cruzado, no sólo porque era la construcción más fuerte del pueblo, sino porque era la casa de Dios y se suponía que con Él estaban a salvo. La masacre es inolvidable no sólo por su crueldad: ya es significativo decir que murieron 79 personas en la iglesia y que 48 de ellas eran menores de edad. A ello se agrega que los sobrevivientes no pudieron enterrar a sus muertos como correspondía a sus tradiciones. Hay también una doble sensación de amargura: la de haber conocido en carne propia los métodos más salvajes e indiscriminados que se usan en el conflicto en Colombia, y la sensación de haber sido una víctima del azar. Como si fuera poco, el desplazamiento y la reubicación del pueblo cambiaron todo. "Los actores armados lograron en gran medida su objetivo: desestimular mediante la intimidación a quienes lideraban la resistencia y la organización comunitaria allí". En apariencia, Bojayá ha recibido atención y ayuda del gobierno y de la comunidad internacional. Pero no se puede reparar lo irreparable, y la destrucción de los proyectos de vida ha sido muy profunda. Los sobrevivientes de Bojayá siguen dando una batalla por la memoria, para que se reconozca que han sufrido la indiferencia del Estado, que estuvieron en la mira de los paramilitares desde cuando se les otorgaron los títulos de propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales, y que aún hoy están en medio del conflicto armado. La masacre es inolvidable no sólo por su crueldad: ya es significativo decir que murieron 79 personas en la iglesia y que 48 de ellas eran menores de edad. A ello se agrega que los sobrevivientes no pudieron enterrar a sus muertos como correspondía a sus tradiciones. Hay también una doble sensación de amargura: la de haber conocido en carne propia los métodos más salvajes e indiscriminados que se usan en el conflicto en Colombia, y la sensación de haber sido una víctima del azar. Como si fuera poco, el desplazamiento y la reubicación del pueblo cambiaron todo. "Los actores armados lograron en gran medida su objetivo: desestimular mediante la intimidación a quienes lideraban la resistencia y la organización comunitaria allí". En apariencia, Bojayá ha recibido atención y ayuda del gobierno y de la comunidad internacional. Pero no se puede reparar lo irreparable, y la destrucción de los proyectos de vida ha sido muy profunda. Los sobrevivientes de Bojayá siguen dando una batalla por la memoria, para que se reconozca que han sufrido la indiferencia del Estado, que estuvieron en la mira de los paramilitares desde cuando se les otorgaron los títulos de propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales, y que aún hoy están en medio del conflicto armado. En apariencia, Bojayá ha recibido atención y ayuda del gobierno y de la comunidad internacional. Pero no se puede reparar lo irreparable, y la destrucción de los proyectos de vida ha sido muy profunda. Los sobrevivientes de Bojayá siguen dando una batalla por la memoria, para que se reconozca que han sufrido la indiferencia del Estado, que estuvieron en la mira de los paramilitares desde cuando se les otorgaron los títulos de propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales, y que aún hoy están en medio del conflicto armado
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Tipo de ítem Biblioteca actual Colección Signatura topográfica Copia número Estado Notas Fecha de vencimiento Código de barras
Libro Colección General Central Bogotá Sala General Colección General 303.62 C654b (Navegar estantería(Abre debajo)) 1 Prestado Prestado (No se incluyen en los faltantes) 20/02/2024 0000000137712

Incluye referencias bibliográficas (páginas 325-334)

I. Memorias del horror: los hechos ; II. Memorias de los daños producidos por la violencia: cambios, pérdidas y rupturas en la vida de Bojayá y la región ; III. Memorias de la exclusión ; IV. Memorias institucionales: La reubicación de Bellavista ; V. Memorias de la justicia y la impunidad en el caso de Bojayá ; VI. Significados e impactos de la masacre de Bojayá en el orden internacional ; VII. Memorias de la vida: los trabajos de duelo la organización social y los procesos de resistencia ; VIII. Memorias de futuro: recomendaciones frente al caso emblemático de Bojayá

El 2 de mayo de 2002 se partió en dos la vida de Bojayá (Chocó), cuando un cilindro-bomba, lanzado por guerrilleros de las Farc en medio de enfrentamientos con paramilitares, hizo impacto en la iglesia donde la población civil se había resguardado del fuego cruzado, no sólo porque era la construcción más fuerte del pueblo, sino porque era la casa de Dios y se suponía que con Él estaban a salvo. La masacre es inolvidable no sólo por su crueldad: ya es significativo decir que murieron 79 personas en la iglesia y que 48 de ellas eran menores de edad. A ello se agrega que los sobrevivientes no pudieron enterrar a sus muertos como correspondía a sus tradiciones. Hay también una doble sensación de amargura: la de haber conocido en carne propia los métodos más salvajes e indiscriminados que se usan en el conflicto en Colombia, y la sensación de haber sido una víctima del azar. Como si fuera poco, el desplazamiento y la reubicación del pueblo cambiaron todo. "Los actores armados lograron en gran medida su objetivo: desestimular mediante la intimidación a quienes lideraban la resistencia y la organización comunitaria allí". En apariencia, Bojayá ha recibido atención y ayuda del gobierno y de la comunidad internacional. Pero no se puede reparar lo irreparable, y la destrucción de los proyectos de vida ha sido muy profunda. Los sobrevivientes de Bojayá siguen dando una batalla por la memoria, para que se reconozca que han sufrido la indiferencia del Estado, que estuvieron en la mira de los paramilitares desde cuando se les otorgaron los títulos de propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales, y que aún hoy están en medio del conflicto armado. La masacre es inolvidable no sólo por su crueldad: ya es significativo decir que murieron 79 personas en la iglesia y que 48 de ellas eran menores de edad. A ello se agrega que los sobrevivientes no pudieron enterrar a sus muertos como correspondía a sus tradiciones. Hay también una doble sensación de amargura: la de haber conocido en carne propia los métodos más salvajes e indiscriminados que se usan en el conflicto en Colombia, y la sensación de haber sido una víctima del azar. Como si fuera poco, el desplazamiento y la reubicación del pueblo cambiaron todo. "Los actores armados lograron en gran medida su objetivo: desestimular mediante la intimidación a quienes lideraban la resistencia y la organización comunitaria allí". En apariencia, Bojayá ha recibido atención y ayuda del gobierno y de la comunidad internacional. Pero no se puede reparar lo irreparable, y la destrucción de los proyectos de vida ha sido muy profunda. Los sobrevivientes de Bojayá siguen dando una batalla por la memoria, para que se reconozca que han sufrido la indiferencia del Estado, que estuvieron en la mira de los paramilitares desde cuando se les otorgaron los títulos de propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales, y que aún hoy están en medio del conflicto armado. En apariencia, Bojayá ha recibido atención y ayuda del gobierno y de la comunidad internacional. Pero no se puede reparar lo irreparable, y la destrucción de los proyectos de vida ha sido muy profunda. Los sobrevivientes de Bojayá siguen dando una batalla por la memoria, para que se reconozca que han sufrido la indiferencia del Estado, que estuvieron en la mira de los paramilitares desde cuando se les otorgaron los títulos de propiedad colectiva sobre sus territorios ancestrales, y que aún hoy están en medio del conflicto armado

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