El laboratorio doméstico de Chrsitine Frederick en Nueva York desarrolló la cocina taylorista, que se extendio a Francia con Paulette Bernàge, mientras en Alemania La Haus am Horn de Bauhaus abría otra vía reformadora, la varguardia germana propuso una renovación radical de la vivienda, y en ella de la cocina, que alcanzo con la celebre Frankfurter Küchede la arquitecta Margarete Schütte-Lihoztky su ejemplo más admirado. Lilian Gilbreth trasladóa la cocina su experiencia en la industria americana, y la generalización de la cocina moderna suscitó debates como el de Nixon y Jruchov en Moscú, que extendió la guerra fría al terreno de lo doméstico. Ampliamente publicitada, la cocina funcional fue censurada como consumista por artistas como Tom Wesselmann o Laurie Simmons, mientras Otl Aicher y Olafur Eliasson han defendido una cocina sensorial.