Cada tanto aparece un perro que habla Smiljan Radić Clarke
Tipo de material: ArtículoDescripción: Páginas 390 a la 393Tema(s): En: El Croquis 2019 No.199Revisión: Existen lugares a los que no iré. Por flojera o por aburrimiento, por fatiga prematura. Pero también existen paisajes o edificios que debería haber visitado hace mucho tiempo. Este texto repasa esos lugares posibles. Todos ellos forman parte de mi historia, y son lugares que de una u otra manera conozco. Debería haber visitado con calma las huellas megalíticas de Carnac en Bretaña, y también toda la obra de Sigurd Lewerentz, especialmente la neblina en el Cementerio Este de Malmö, el interior desordenado de su quiosco de flores, la Capilla de la Resurrección y la penumbra de la nave de la Iglesia de Sankt Petri (que supongo que algo puede tener en común con la oscuridad del hall del Palacio de Congresos de Chandigarh en la India: el andar a tientas). Visitaría la pequeña Capilla en el Bosque de Asplund, para confirmar una vez más que toda capilla pretende ser catedral y que toda animita quiere ser capilla, por eso su facha es sorda y su monumentalidad doméstica. Después de recorrer estos edificios tranquilos e impredecibles, me gustaría visitar la Biblioteca pública de Estocolmo de Asplund.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura topográfica | Info Vol | Copia número | Estado | Notas | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Revistas | Central Bogotá Sala Hemeroteca | Colección Hemeroteca | 720 (Navegar estantería(Abre debajo)) | 2019 No.199 | 1 | Disponible | Smiljan Radic (2013-2019) | 00000020034220 |
Existen lugares a los que no iré. Por flojera o por aburrimiento, por fatiga prematura. Pero también existen paisajes o edificios que debería haber visitado hace mucho tiempo. Este texto repasa esos lugares posibles. Todos ellos forman parte de mi historia, y son lugares que de una u otra manera conozco. Debería haber visitado con calma las huellas megalíticas de Carnac en Bretaña, y también toda la obra de Sigurd Lewerentz, especialmente la neblina en el Cementerio Este de Malmö, el interior desordenado de su quiosco de flores, la Capilla de la Resurrección y la penumbra de la nave de la Iglesia de Sankt Petri (que supongo que algo puede tener en común con la oscuridad del hall del Palacio de Congresos de Chandigarh en la India: el andar a tientas). Visitaría la pequeña Capilla en el Bosque de Asplund, para confirmar una vez más que toda capilla pretende ser catedral y que toda animita quiere ser capilla, por eso su facha es sorda y su monumentalidad doméstica. Después de recorrer estos edificios tranquilos e impredecibles, me gustaría visitar la Biblioteca pública de Estocolmo de Asplund.