Buena parte de la construcción residencial en altura se ha venido basando, desde el inicio de la historia, en la madera. El camino hacia la recuperación de los usos estructurales de la madera comenzó con la invención de la madera contralaminada hace unas décadas, que ha dado lugar a sistemas industrializados de gran eficacia mecánica. Combinados con uniones metálicas, los sistemas de madera contralaminada permiten dar una respuesta viable al problema tradicional de los edificios en altura con madera: el control de la estabilidad lateral. La construcción en 2008 del edificio Murray Grove en Londres, de nueve plantas, ha dado paso a una nueva generación de edificios de madera con alturas que previsiblemente podrán alcanzar los 100 metros