Asociado hasta ahora a la torre de la vieja central térmica, el perfil de la Tate Modern se completa con una pirámide de ladrillo que brota del subsuelo y ofrece vistas inéditas de de Londres. Dejando libre la gran Sala de Turbinas, la ampliación del museo ocupado tanto los tanques de fuel de la vieja central como una torre de diez plantas que se levanta en un segundo plano y se conecta a un nuevo acceso al Sur. Las salas expositivas se distribueyen por los tanques subterraneos y por el corazón de la nueva torre, en cuyo perímetro contorsionado se disponen las escaleras formando un recorrido abierto a las vistas sobre el entorno. La conexión entre las salas subterráneas y la torre se produce por un núcleo central, mientras que la conexión entre la torre y el resto del edificio se hace a través de una cavalcavía que vuela sobre la sala de turbinas. La fachada de la torre sigue un riguroso patrón geométrico basado en la yuxtaposición de parejas de ladrillo y en la eliminación de una de cada dos piezas para permitir la entrada de luz natural a las salas.