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Sabores del pasado Recetas y hechos diversos Lácydes Moreno Blanco

Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Detalles de publicación: Bogotá Panamericana 1999Edición: 1a ediciónDescripción: 311 páginas Ilustraciones 32 cmISBN:
  • 9789583006463
Tema(s): Clasificación CDD:
  • 641.59861 M673s 23
Resumen: El Estuche, cuya primera edición apareció en Bogotá por allá en 1878, es un libro curioso, de permanente interés, y variado en las noticias que abarca sobre temas prácticos para la salud, la industria y el ordenamiento familiar. Entre lechuga y lechuga aparecieron allí muchas recetas de cocina, no sin esclarecerse los métodos de cocimiento que se usaban por aquellas calendas, ya para asar, preparar helados o mermeladas, ora para guisar, quitarle el almizcle a los patos, preparar jamones o embutidos. En el curso de sus páginas se registraron también las fórmulas para un centenar de tortas, quesillos, pudines, frutas de sartén, mermeladas, salsas y sopas, junto a las indicaciones para la restauración de cuadros, hacer zurrones para recoger la miel o el aguardiente; cómo curar la jaqueca o aprender la ventriloquia. Es toda una enciclopedia manual y de grandes enseñanzas, en cuyos cinco volúmenes es fácil rastrear las costumbres, los gustos, las enfermedades o las modas de épocas ya abolidas, pero que fluyen en nuestra tradición y cultura social. El autor de esta paciente recopilación fue don Jerónimo Argáez, quien en mu- chos de sus escritos utilizó el seudónimo de John Truth, el que precisamente lleva El Estuche. Erudito y con grandes disciplinas científicas, su formación universitaria se estructuró en Europa, especialmente en Inglaterra. Ya entre nosotros más tarde se consagró con mística a la prensa y a él se debe el primer diario colombiano, al fundar en 1886 El Telegrama, después de trasegar por otras empresas periodísticas muy ambiciosas. Para un espíritu despierto y sensible a los encantos de la mesa, como lo fue sin duda don Jerónimo, estimulado además por la cultura de sus viajes, la monotonía del comer bogotano debió desesperarlo hasta el extremo de empeñarse en una labor que diría de pedagogía gastronómica. Claro que ese propósito apenas debió trascender en ciertos niveles de la sociedad de entonces, pues aún perduran en el orden alimentario muchos de los hábitos torcidos, los que, precisamente, tanto desconcertaron a cronistas y viajeros que nos visitaron, especialmente durante el siglo XIX.
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Tipo de ítem Biblioteca actual Colección Signatura topográfica Copia número Estado Fecha de vencimiento Código de barras
Libro Colección General Central Bogotá - Devuelto recientemente (por ubicar) Colección General 641.59861 M673s (Navegar estantería(Abre debajo)) 1 Disponible 0000000140918

El Estuche, cuya primera edición apareció en Bogotá por allá en 1878, es un libro curioso, de permanente interés, y variado en las noticias que abarca sobre temas prácticos para la salud, la industria y el ordenamiento familiar. Entre lechuga y lechuga aparecieron allí muchas recetas de cocina, no sin esclarecerse los métodos de cocimiento que se usaban por aquellas calendas, ya para asar, preparar helados o mermeladas, ora para guisar, quitarle el almizcle a los patos, preparar jamones o embutidos. En el curso de sus páginas se registraron también las fórmulas para un centenar de tortas, quesillos, pudines, frutas de sartén, mermeladas, salsas y sopas, junto a las indicaciones para la restauración de cuadros, hacer zurrones para recoger la miel o el aguardiente; cómo curar la jaqueca o aprender la ventriloquia. Es toda una enciclopedia manual y de grandes enseñanzas, en cuyos cinco volúmenes es fácil rastrear las costumbres, los gustos, las enfermedades o las modas de épocas ya abolidas, pero que fluyen en nuestra tradición y cultura social.

El autor de esta paciente recopilación fue don Jerónimo Argáez, quien en mu- chos de sus escritos utilizó el seudónimo de John Truth, el que precisamente lleva El Estuche. Erudito y con grandes disciplinas científicas, su formación universitaria se estructuró en Europa, especialmente en Inglaterra. Ya entre nosotros más tarde se consagró con mística a la prensa y a él se debe el primer diario colombiano, al fundar en 1886 El Telegrama, después de trasegar por otras empresas periodísticas muy ambiciosas. Para un espíritu despierto y sensible a los encantos de la mesa, como lo fue sin duda don Jerónimo, estimulado además por la cultura de sus viajes, la monotonía del comer bogotano debió desesperarlo hasta el extremo de empeñarse en una labor que diría de pedagogía gastronómica.

Claro que ese propósito apenas debió trascender en ciertos niveles de la sociedad de entonces, pues aún perduran en el orden alimentario muchos de los hábitos torcidos, los que, precisamente, tanto desconcertaron a cronistas y viajeros que nos visitaron, especialmente durante el siglo XIX.

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