Antes de que Horacio Gómez Aristizábal parta hacia el oriente eterno, quienes entonces estén presentes podrán afirmar que fue un hombre que no vivió en vano, que amó y entendió la vida, que fue un luchador, que educó con su ejemplo. Alguien podrá entonces decir sobre su tumba lo que quedó consignado en el epitafio de Peer Gynt, en la magistral tragedia de Henrik Ibsen (1828-1906) "Aqui yace Peer Gynt [Horacio Gómez Aristizábal], el gran soñador, que vagó por el mundo en busca de si mismo. En las montañas, en los bosques y en los mares, buscó la verdad, la belleza y la riqueza. Pero al final, solo encontró su reflejo, un hombre que nunca fue, un sueño sin fin".
¡Loor a un gran luchador!