La masacre de el Tigre, Putumayo un silencio que no encontró su voz Centro Nacional de Memoria Histórica; coordinador Gonzálo Sánchez Gómez; Relatores de la investigación Martha Nubia Bello Albarracín, Andrés Cancimance López
Tipo de material: TextoIdioma: Español Series Centro Nacional de Memoría Historíca. PensamientoDetalles de publicación: Centro nacional de memoria histórica Bogotá (Colombia) 2011Edición: 1a ediciónDescripción: 107 páginas ilustracionesISBN:- 9789587583953
- 9789588560731
- 364.135 C357m 21
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura topográfica | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Libro Colección General | Central Bogotá Sala General | Colección General | 364.135 C357m (Navegar estantería(Abre debajo)) | 1 | Disponible | 0000000137664 |
Incluye referencias bibliográficas
Primera parte. Memorias de una noche de terror que se prolongó en el tiempo : I. configuración territorial de putumayo ; II. Grupos armados en la región: generalidades ; III. El desarrollo del conflicto armado en la subregión petrolera del bajo putumayo entre 1997 y 2005 ; IV. masacre del 9 de enero de 1999 ; segunda parte. Hacer hablar al silencio ; tercera parte. Los daños : I. Los daños y construcción de propuestas de reparación ; cuarta parte. Recomendaciones : I. Verdad, justicia y reparación
Se retratan los eventos de la noche del 9 de enero de 1999, en que aproximadamente 150 paramilitares del Bloque Sur Putumayo, unidad adscrita al Bloque Central Bolívar—BCB— de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), irrumpieron en la zona urbana de la Inspección de Policía El Tigre, en el Bajo Putumayo (Valle del Guamuéz), en donde asesinaron a 28 personas, quemaron casas, motocicletas y vehículos. La estigmatización como “pueblo guerrillero”, soportó este accionar violento, convirtiendo a sus pobladores en objetivos militares. La represión y violencia directa contra esta población no terminó con la masacre, sino que se intensificó durante el período 2001-2006, cuando este mismo bloque paramilitar estableció en la mayoría de las zonas urbanas del Bajo Putumayo (Puerto Asís, Puerto Caicedo, Orito, La Hormiga, La Dorada) un control territorial permanente, ejerciendo un dominio social, económico y político en esta región. Así, la masacre y posterior ocupación paramilitar de la zona, generaron diversos daños y pérdidas que no sólo afectaron la economía de los habitantes del poblado, sino que modificaron sustancialmente la vida de campesinos, afrocolombianos e indígenas que habitan el sector