Libertad y virtud un ensayo a propósito de Jean Jacques Rousseau Nicolás Figueroa García Herreros
Tipo de material: TextoIdioma: Español Series PrometeoDetalles de publicación: Bogotá Universidad de Los Andes 2009Edición: 1a edDescripción: 77 p 24 cmISBN:- 9789586954389
- 21 179.9 F448l
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura topográfica | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Libro Colección General | Central Bogotá Sala General | Colección General | 179.9 F448l (Navegar estantería(Abre debajo)) | 1 | Disponible | 0000000089835 | ||
Libro Colección General | Central Bogotá Sala General | Colección General | 179.9 F448l (Navegar estantería(Abre debajo)) | 2 | Disponible | 0000000089834 |
Incluye referencias bibliográficas e índice
Libertad y totalitarismo en el contrato social ; La libre elección de la virtud mediante la educación ; Consideraciones finales
Jean-Jacques Rousseau es conocido como uno de los más fuertes críticos de las sociedades modernas. En dos discursos presentados ante la Academia de Dijon (Discurso sobre las ciencias y las artes y Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres), Rousseau desarrolló un análisis profundo de los principios que fundan y caracterizan este tipo de sociedades: la confianza y el orgullo frente a los avances de la humanidad desde que ésta descubrió a la razón como su guía. El desarrollo de la razón, en su opinión, trajo consigo el abandono de la virtud por parte del hombre moderno y, como su principal consecuencia, la miseria del ser humano, tal como la describe al final de su segundo discurso. Trata de poner en pocas palabras lo que el ginebrino dice en muchas páginas. El hombre moderno se presenta como el resultado del gradual abandono de una libertad natural en la que sus propias fuerzas son el único límite a sus acciones. En su estado natural, dice Rousseau, el hombre vivirá en la mayor independencia posible: nadie podría imponer su voluntad sobre otros, pues no tendría ni el deseo ni los medios para hacerlo. Cada quien, dueño de sus fuerzas, estaría en condiciones de satisfacer sus propias necesidades; más allá de la pura supervivencia no habría otra motivación para el actuar humano. En consecuencia, el hombre natural sería un ser solitario, radicalmente diferente al hombre social que hoy se conoce