Incluye referencias bibliográficas

Vení a buscarlos, ¡los libros son tuyos!, con estas palabras, un director de Eudeba propuso al ex general Suárez Manson el retiro y posterior destrucción de ciertos libros calificados como "subversivos". Sórdida y reveladora, la frase desemascara un aspecto, generalmente soslayado, de la política de la dictadura: la batalla cultural, uno de los tres pilares estratégicos de su proyecto global (los otros fueron el terrorismo de Estado y el plan económico-social de Martínez de Hoz). La mayoría de los protagonistas de esta batalla fueron numerosos civiles, como aquel director de Eudeba. La investigación desarrollada por hernán Invernizzi demuestra que no sólo se prohibieron canciones, se quemaron libros o mutilaron películas, también se pretendió imponer una cultura "verdaderamente nacional" que reemplazara a la considerada peligrosa. Tanto para lo uno como para lo otro, era indispensable la participación de mucha gente, mayoritariamente académicos, profesionales o técnicos. Es decir, civiles investidos con un poder de decisión y de gestión y con un presupuesto tales que la palabra colaborador resulta indulgente a la hora de definirlos. En ese sentido, Eudeba constituye un caso emblemático, un paradigma de cómo se intentó domesticar las industrias culturales para construir una hegemonía ideológica