Incluye referencias bibliográficas

Perdonarán / Bruno Mazzoldi ; Hermanéutica y desconstrucción / Rafael Alejandro Castellanos ; El dispositivo del mesías: trabajo vivo y redención en la filosofía política de Hardt y Negri / Santiago Castro Gómez ; Meditación de la diferencia / Tupac Cruz ; Racismo Fenotípico y estéticas de la segunda piel / José Jorge de Carvalho ; Derechos de escucha / derechos de mirada / Mauricio González Rozo ; La ley del género. Non, pas de sexe / Carmen Millán de Benavides ; El perdón de lo imperdonable en la desconstrucción del cristianismo / Alberto Parra ; Pasiones del secreto. Correspondencias de Kierkegaard y Derrida / Patricio Peñalver Gómez ; A través de una dulce aporía / José Camilo Ríos Gaviria ; Jacques Derrida: diferencia y poesía. Entre la escritura y la muerte / Enrique Rodríguez Pérez ; Jacques Derrida: el duelo de la amiga en politiques de l’amitié: ecos de una queja (II) / Alcira Saavedra ; ¡Ju, ju! ¡ja, ja! / Teatro de la memoria ; Habla y escritura. Derrida leyendo a platón / Enver Joel Torregoza

El temblor […] como el temblor de tierra o cuando se tiemble de pies a cabeza, es el síntoma de un sismo que ya tuvo lugar aunque el evento que hace temblar, que todo lo sacude imprimiendo a todo, a todo el cuerpo, un estremecimiento incoercible, anuncie todavía algo amenazante, algo violento que esta a punto de acontecer o que va a seguir, un traumatismo que va a insistir repitiéndose. El temor, el miedo, la ansiedad, el terror, el pánico o la angustia han comenzado, en el temblor, y siguen y amenazan con seguir hasta hacernos temblar. Y la mayoría de las veces porque no sabemos y no vemos el origen, secreto por ende, de lo que se nos viene encima, tenemos miedo del miedo, nos angustia la angustia y temblamos; temblamos en esta extraña repetición que liga un pasado irrecusable (un golpe tuvo lugar, ya nos afectó un traumatismo) con un porvenir inanticipable, anticipado pero inanticipable, aprehendiendo pero justamente, y por eso hay porvenir, aprehendiendo “como” imprevisible, impredecible, aproximado como inaproximable; […] aunque sepamos o creamos creer lo que está por llegar, el nuevo instante de esta llegada sigue virgen, inaccesible aún, en el fondo invivible: en esta extraña experiencia de la repetición de lo que resta siempre impredecible, temblamos ante todo al no saber de dónde el golpe ya se nos vino, de donde ha sido dado (el bueno o el mal golpe, a veces el bueno como malo) y al no saber, secreto desdoblado, si está en trance de seguir, recomenzar, insistir, repetirse, ni si, ni cómo, donde, cuándo, etc. Y por qué razón este golpe. Tiemblo entonces por tener todavía miedo de lo que ya me da miedo y que no veo ni preveo, de lo que excede mi ver y mi saber mientras eso me concierne por entero hasta los socavones del yo, hasta el alma y hasta los huesos, como suele decirse. Templado hacia lo que escamotea el ver y el saber, el temblor no deja de ser una experiencia del secreto del misterio