000 | 02066nam a2200229 a 4500 | ||
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005 | 20131107152044.0 | ||
008 | 131107s2012 sp gr 000 0 spa d | ||
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041 | 0 | _aspa | |
082 | 0 | 4 |
_a150.195 _bP373m _223 |
100 | 1 | _aPereña, Francisco | |
245 | 1 | 3 |
_aEl melancólico y el creyente _cFrancisco Pereña |
250 | _a1a ed. | ||
260 |
_aMadrid _bSíntesis _c2012 |
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300 |
_a203 p. _c24 cm. |
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490 | 0 | _aDiversos | |
504 | _aIncluye bibliografía | ||
505 | 2 | _a1. El malestar epistémico de nuestra práctica y la psicopatología ; 2. La locura como cuestionamiento o la representación de la locura ; 3. El loco entre el reconocimiento y el anonimato ; 4. Locura y creencia ; 5. Gracchis el cazador, una aproximación a la melancolía ; 6. Melancolía y depresión ; 7. El psicótico y lo absoluto ; 8. Vacío pulsional y demanda inconsciente ; 9. Melancolía y voluntad de vivir: a propósito de Schopenhauer ; 10. Culpa melancólica y cuidado de sí | |
520 | 1 | _aEl melancólico padece de incredulidad. No es una mera actitud mental. Es el modo de vivir la pulsión, de sentir la alteración de la vida. Se debe a su dificultad de dar a esa alteración el estatuto de demanda inconsciente. Vive pues la pura alteración como abismo que le separa de manera irreversible de los demás. Toda modalidad de psicosis viene de la soledad de ese abismo. El creyente da a la alteración de origen el estatuto de demanda. Esa demanda se consolida como creencia, para lo cual se hace necesaria la complicidad. Para que una creencia adquiera consistencia colectiva ha de convertirse en doctrina institucional. Para que un grupo se consolide como comunidad de creyentes necesita la beligerancia que le dé a la creencia el carácter de verdad. Ahí comienza la impostura. El creyente puede aprender del melancólico que sólo queda un espacio ético para no coincidir por entero con la impostura: la distancia íntima entre el sujeto y sus máscaras | |
650 | 1 | 7 |
_aPsicoanálisis _2LEMB |
942 |
_2ddc _cBK _h150 |
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999 |
_c187941 _d187941 |